Desde hace 5 años los rosarinos vivimos tiempos de mucha prosperidad para nuestra ciudad. A un crecimiento gigante en calidad de vida, espacios verdes y parque automotor, se le sumó la instalación del debate que Rosario se debe desde hace décadas: conseguimos que se empiece a hablar en serio de AUTONOMÍA.
Sin embargo el más importante desarrollo es el que se dio en materia de infraestructura edilicia. Cuatro de las 5 torres más altas del interior de la Argentina y un proyecto muy serio para construir la más alta del país, auspiciaban un futuro extraordinario para la ciudad en cuanto a captación de inversiones y crecimiento de la belleza arquitectónica. Hoy empero esto parece próximo a terminarse apenas iniciado aquel sueño de una Rosario diferente.
¿Qué fue lo que pasó? Es la pregunta que nos hacemos. ¿Cómo puede ser que una ciudad con tanta pujanza en este rubro se agote de repente a este respecto? Es simple nuestros concejales quieren detenerlo a través de la implementación del polémico Código Urbano, que delimita la altura de los edificios a construir.
La secretaria de Planeamiento, la señora Mirta Levin es la principal hacedora de este freno al crecimiento de la ciudad, que seguramente repercutirá negativamente en Rosario, haciendo peligrar según dicen los profesionales hasta al mismísimo boom de la construcción, principal fuente laboral del municipio.
En cualquier caso, todo aquel que sepa algo básico sobre economía conoce perfectamente la ley de la oferta y la demanda (cuando hay mayor cantidad de oferentes, los precios bajan y cuando esta cantidad es menor los mismos suben). Si continuamos limitando la construcción entonces tendremos mayor demanda, lo cual acarreará subas en los alquileres y un aumento del valor de los inmuebles, lo cual repercutirá en los bolsillos de todos los rosarinos.
En lo personal creo que el Código Urbano que promueve la Muni, es una postura que mira de espaldas a la ciudad del futuro, a la Rosario que crece día a día y se encamina hacia una metrópoli que hace 10 años ningún ciudadano se hubiera imaginado.
Esperemos que el consejo y el ejecutivo local se animen al cambio, y de una vez por todas tengamos una Rosario con fuerza, en dónde los diferentes sectores de nuestra población convivan sin interferir en el crecimiento de la misma.
Germán Gilio
http://www.germangilio.galeon.com/
martes, 11 de diciembre de 2007
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